jueves, 30 de junio de 2011

SOLAMENTE EN EL LATIDO DE LA LECHE EN POLVO




Querido hijo mío,
desciendo a lo más profundo
de estas entrañas enfermas:

te pido perdón 
por no llegar a ser
nunca tu sangre
por no poder sino acunarte
entre requiems
y mortajas
por un vientre tan vacío y confortable
como Judea

sé que hubiera sido una buena madre
(siempre fui una hábil equilibrista)
yo te hubiera parido con
el dolor que da vivir
y saber que
la eternidad sólo es constante
mientras tiene un espejo
cóncavo en el
que reflejarse


[ ] mi pequeño narratario


querido hijo mío,
mi destino es el tuyo:
    una Pietá de Oliviero Toscani

No hay comentarios:

Publicar un comentario