jueves, 5 de mayo de 2011

KATHARSIS TON PATHEMATON

Soy la viva imagen desmembrada
de un hombre sabio
me peleo con las palabras
para no llegar a recrearme en
esta escena que se llena con
el vacío de tu espera
tan absurda como la condición humana
de asomarse a los abismos ajenos
para poder esconderse de los propios y
conseguir dejar de bailar con fantasmas que
no hacen sino tararear viejas canciones
que los años no permiten desterrar de la 
memoria de las batallas previamente perdidas
antes de declararse mutuamente la guerra.


Tú serás mi héroe, te dije una vez.....

Hablo por ser incapaz de estar en silencio
porque tú sólo sabes llenarlo de vacías 
y necias asociaciones y concatenaciones
desafortunadas de todo aquello que se vuelve
insoportablemente perecedero y que no es sino
agua que se escapa entre mis dedos como
se escapan lágrimas entre pestañas
cada madrugada que abres los ojos sólo
para no verme reflejada en las paredes de
tu soledad y mi triste necedad.


Me pliegas como uno de esos carteles publicitarios
habitantes de las murallas de las calles de
esta ciudad de piedra amarga
y me guardas en los cajones de la cubertería de
los domingos para sacarme a relucir siempre y
cuando necesites un placebo de triunfo orgánico
a sabiendas mi pasividad animal y sumisa
que saborea cada punto de ataque en su justa función
dramática como desencadenante frustrado de la
posibilidad de desenlace, trágico o no..... pero
desenlace, anticlimax, después de todo.


Yo seré tu héroe, te dije una vez.....


Pones ante mis ojos la realidad de las consecuencias
de tu (amor) desmembrado, rodeado de los efectos de
haber matado minotauros por mí, dentro de este
proceso laberíntico en el que se ha convertido la
necesidad trágica de correr en la dirección contraria a
las agujas de los relojes parados en el momento
rítmico e inexorable del orgasmo intelectual que
tus disertaciones sobre la universalidad de la agnición
individual que cada uno de nosotros produce en
este desasosiego vital en el que habito desde que
tus labios me dejaron en explícita orfandad
que no hace sino recordarme la constatación perpetua
de la soledad en la que me revuelvo como ser humano.




Ven..... y déjame marchar para que pueda
volver a escaparme.

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